...be sure to wear flowers in your hair
Los azares de mi vida becarial (o de mi vida, en general) me llevaron esta vez a San Francisco, capital norteamericana de los gays y lesbianas, el prozac y cuna del movimiento hippie allá por los años 60.
Iba esta vez con menos planes en la cabeza que en mi visita anterior, hace apenas 3 semanas, siquiera por tratarse de un viaje de trabajo (o como se le haya de llamar...viaje de becariazgo? Omá, qué jaleo...) y la verdad es que he vuelto en el avión con esa sensación de tontuna que te queda después de una cita agradable con una chica que te gusta.
Desde la llegada y mi conversación con el taxista nepalí hasta mi vuelta, quemado como un cangrejo, me invadió la sensación de que estaba en otro lugar completamente distinto a Nueva York.
En San Francisco se ve el cielo y el entramado de cuestas que componen las diferentes colinas (Russian Hill, Nob Hill, Telegraph Hill) hacen que se descubra una maravilla paisajística al final de cada una de ellas. Además, las casas en estas zonas son bajitas y de diferentes colores en algunas de las calles, dándole un toque de alegría a las empinadísimas pendientes por las que uno se va dejando el aliento.
También visité Alcatraz el viernes que, si bien está repleta de turistas, conserva el halo de leyenda que rodea su nombre (ayuda mucho a este respecto la audio-guía, que replica los sonidos de los reclusos, celdas, sirenas...mientras te cuenta la historia de la prisión) y el sábado lo dejamos para cruzar el Golden Gate en bicicleta y visitar el norte de la bahía.
Como decía mi compañero de pelotón, Gonzalo, becario de segunda fase por el mismo organismo que me da de comer, llegamos a "Disneyland". Al otro lado de la bahía, en los pueblos de Sausalito y Tiburon la gente paseaba sonriente, entre casas de impresión y coches de lujo. Todo esto a la vera del mar y con el horizonte decorado por la silueta de San Francisco y "La Roca".
"Qué alguién me despierte de este sueño..."
Ya sólo quedaba el sábado noche, en el que nos fuimos de jarana con nuestras caras achicharradas y nuestros brazos luciendo un espléndido bronceado de camioneros.
¿Sólo? Pues no, eso pensaba yo. Para redondear el viaje, el domingo por la mañana me reencontré de la forma más casual posible con 3 ex-compañeros de trabajo de Trend Micro, entre ellos mi buena amiga Candi, que regresaban a Irlanda desde Manila por el lado contrario del globo por culpa del volcán islandés este...Y todo por un status update en Facebook. El mundo es un pañuelo. En todo caso, esta era ya la guinda que coronaba el pastel. Viaje perfecto.
A la vuelta al hussle and bustle neoyorquino me esperaba la noche cerrada, con lluvia y una marea de taxis amarillos que salpicaban según se acercaban a la cola de viajeros que esperabamos para montarnos en uno y dormir soñando con la Puerta Dorada.
Creo que tengo alma de West Coast.
Primero de todo...A ver si nos afeitamos...
ResponderEliminarY segundo y más importante...como dejes de escribir y muera el blog, te corto los huevos y hago tortilla con ellos. Un beso enorme...;)
Franchescoli!
ResponderEliminarNon ti preocupare, que ya me afeité el finde pasado (aunque la barba me daba así como empaque, jeje)
Y la segunda...pues habrá que intentarlo, aunque es una lástima que se haya mudado el vecino que tenía el Wi-Fi desprotegido... :(
Un besote!
PD. ¿Qué tal tira el nuevo trasto? ;)